domingo, 28 de diciembre de 2008

¡Justicia para los pibes de Cromañon-Todos a la Plaza el 30 de diciembre!-Entrevista con Ayelen Stroker, sobreviviente

Entrevista con Entrevista con Ayelen Stroker, sobreviviente, sobreviviente de Cromañón
"Hay un nivel de impunidad que da asco"

"Sobreviví para ser parte de los van buscar justicia siempre. Para luchar por que se tome conciencia de que Cromañón es algo que le puede pasar a cualquiera. Y para que se tome conciencia de que así como vivimos hoy, sino cambiamos cuestiones esenciales vamos favorecer a que haya otro Cromañón, para que algunos hijos de puta tengan más grande su cuenta en Suiza. O acaso, ¿merecemos tanta mierda y tanto dolor?", enfatizó Stroker en parte de la entrevista con nuestra Agencia.

A los 15 años le arrancaron la inocencia de cuajo. Fue la noche del 30 de diciembre de 2004 en el boliche Cromañón, cuando Aníbal Ibarra, por entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad, y el "empresario" Omar Chabán, entre muchos otros, habían decidido que la vida vale menos, mucho menos, que la recaudación de un salón clase A, repleto, con las salidas de emergencias taponadas para evitar colados. Ella estuvo a punto de morir -como los 194 chicos que no lograron eludir la masacre, como los 10 familiares que no pudieron cargar con el dolor-, y tardó más de un año en darse cuenta de que es una sobreviviente. Aunque su sonrisa pareciera esconder esa marca, su alma la exhibe sin tapujos. Sobreviviente. ¿A cuántos argentinos les cabe el término y por cuántas exterminios distintos?

En ésta conversación, Ayelen Stroker –de ella se trata-, con una rabia que no cesa, revive aquella noche, nos habla de los responsables, no esquiva las polémicas y explica cómo, por qué y para qué sobrevivió a un aniquilamiento determinado desde el poder, silenciado por la clase política, ninguneado por casi todos los organismos humanitarios, falseado en los medios masivos y denunciado con coraje por los que aún permanecen en pie de lucha.

Ayelen (19) es, a la vez, periodista de nuestra Agencia, donde participa como docente en los talleres de periodismo que la Walsh impulsa en villas, escuelas, cárceles y agrupaciones obreras.

-¿Cuántos significados encierra ser una sobreviviente de Cromañón?

-Yo no tomé enseguida real conciencia de lo que es ser una sobreviviente. Es difícil asumirlo. En principio, lo veía como algo lejano aunque me haya sucedido a mí. Creo que pasó un año hasta que empecé a darme cuenta de lo que pasó.

-¿Qué pasó con vos?

-Nosotros nos ubicamos frente al escenario a la derecha, el peor lugar. Había dos escaleras, una va al VIP y la otra a los baños. Yo estaba abajo del VIP. Entonces vi un brazo en alto que lanzó los "tres tiros", no fue una bengala, por eso queda como una hilera marcada, y hubo una pequeña llamarada, cae algo de fuego y luego humo, la gente se abre en circulo para esquivar y como yo estaba en el peor lugar que se podía estar, nos pusimos todos contra la pared. Al toque se corta la luz, te empujan, todos queríamos salir, agarré a mi amigo de la mano, pero lo perdí por los empujones. Empecé a salir para atrás. Éramos una masa de gente. Había llamas en el piso, el olor era irrespirable, una asfixia total. Yo después soñé con ese olor. Camino y me choco contra una columna, ahí me desespero porque la columna hacía esquina. Cuando me doy vuelta veo la puerta de salida de emergencia que estaba cerrada. Yo iba caminando para ahí, pero un pibe gritó no vengan que está cerrada. Todo esto de memoria, de conocer el lugar.

-¿Nunca perdiste la orientación?

-Sí, empecé a caminar hacia la izquierda, pensando que cuando abrieran la puerta iba a aparecer una luz y caminaría hacía la luz. Ahí me desoriento, crece el tumulto, los apretones, me caigo, y al instante encima mío se caen un montón. Yo siento los cuerpos caer tuc, tuc, tuc, encima mío, estaba debajo de todo y se me paralizó todo el cuerpo menos el brazo derecho y la cabeza. Había un huequito y por él sacaba la mano. Gritaba y movía la mano y me di cuenta que era inútil, estábamos todos en la misma. Se me cansa la mano, no grito más porque me quedaba sin aire. Y solo faltaba esperar, y fue bastante.

¿Cuánto fue bastante?

-Unos 40 minutos. No podía mover ya ni el brazo derecho, me había agarrado parálisis. Yo siempre mirando el hueco, esa era mi esperanza, y en un momento un pibe se cae y me tapa el hueco y ahí me agarró la desesperación. Me dije "ya está, hasta aquí llegué, ya no voy a salir de acá". Pensaba que me iba a morir. No me podía mover, ni respirar, ya no estaba el hueco. Había una piba que estaba sentada con una pierna lastimada sobre mi cara, ella se quejaba, luego se calló, yo le muerdo la pierna para que saber si estaba viva, y se quejó. Y justo cuando pienso que listo que es el fin, ella que estaba sentada y veía más, en un momento dice "aguanten que veo a los bomberos".

-¿Qué sucedió con vos en ese instante?

-Se me hizo un clic en la cabeza para aguantar, de solo escucharla a ella me produjo eso. Aguanté, aguanté, y en un momento la sacan a ella y a otro pibe que estaba al lado mío. Pero a mi no me sacan. Y a los que tenía arriba mío tampoco. Y cuando levantan al pibe veo que se van, veo una luz, tenían un foco en la frente. Cuando levantan al chico que estaba al lado me liberan el brazo y agarro al pibe el tobillo, él se da cuenta y les avisa a los bomberos. Ellos me agarran del brazo, me tiran de los brazos para sacarme de abajo de la gente. Ahí pierdo el conocimiento y lo recobro en la calle al lado de un pibe, que no se quien es, ni nunca lo sabré, pero le estaré eternamente agradecida porque se quedó todo el tiempo conmigo, todo el tiempo que estuve afuera.

¿Pensaste que a los que no llevaban enseguida los daban por muertos?

-Si, a los que estaban encima mío los daban por muertos y a mí también. Yo me salve de pedo porque agarré al pibe, sino chau. Bueno, a mi me dejaron abajo del puente, y ahí no llegaba la ambulancia, además no podés hablar, te sale baba por la intoxicación, no tenía aire y con la pierna lastimada no podía ni moverme. El pibe me calmaba todo el tiempo, me traía agua. Yo le decía que no podía respirar y él avisa a otros pibes que con las vallas improvisaron camillas y te acercaban hasta la zona de ambulancias. Me suben arriba de las vallas, suben a otro, nos meten de a un montón en el piso de las ambulancias y escucho a los que manejaban la ambulancia que se preguntan: "bueno, ¿adónde los llevamos? "Y no se, tal hospital está completo, tal está completo". "Bueno, vamos al Italiano". Y ahí perdí el conocimiento otra vez.

-Volviendo a la pregunta inicial: ¿cuántos significados encierra ser una sobreviviente?

-Uno, es sentir una responsabilidad fuerte de hacer algo para que no se olvide, para que haya justicia. Yo tuve todo a favor para rehabilitarme rápido y todo, pero otros chicos no, entonces hay que luchar por ellos. Y ni hablar de todas las muertes, hay una responsabilidad social y personal que no quiero ni puedo evitar.

-Evidentemente, Cromañón te produjo cambios, ¿Cuáles fueron los más importantes?

Sí, ni hablar. Cromañón fue antes y un después en mi vida. Me cambió muchísimo. Cuando pasó todo tenía 15 años. Ya estaba vinculada a lo social con Proyecto Jujuy, donde íbamos a una escuela a dar y recibir solidaridad, pero Cromañón me hizo madurar de repente: tomá, esta es la realidad, y si te gusta bien y si no también. Fue un choque de brutal realidad, que me abrió los ojos mucho más, me hizo tomar conciencia. Igualmente, fue un proceso. El primer año estaba lejos de la toma de conciencia. Ni podía creer que me había pasado a mí. Era como ver una novela en la que yo no estuve. Y después de ese primer año, de a poco, pude procesar, aceptar qué si que había pasado y que me había pasado a mi, y de las consecuencias que había traído. Luego caí en un bajón total, llorar por cualquier cosa, nada me motivaba, flotaba en una nada, tuve una etapa agresividad, me peleé con mi grupo de amigos, me daba por encerrarme. Tenía un enojo terrible con la sociedad. Y después de ahí se derivó un taller social que hice en 5º año, estaba enojada con el colegio también. Había cinco chicos que habían sobrevivido y el colegio como nada si nada. Y a mi me rompía las pelotas que viniera la asistente social y me citara una vez por semana para ir a hablar y me preguntara "¿te gustaría que se hiciera algo sobre el tema?". Si ya me lo habían preguntado tres veces y no hicieron nada. Yo tenía 16 años y esperaban todo de mi. Y bueno al final, solo una profe me dijo: por qué no hacés algo con ese enojo, e hicimos un taller con un grupo de amigos. Trabajamos con los chicos de 1º año sobre la indiferencia y la violencia para no haya hechos que los tome por sorpresa, sino que sepan que hay algunas cosas que se pueden evitar.

-¿Y en qué sentís que Cromañón te desayunó, te corrió el velo?

-Me despertó mal. Un golpe. Hasta ese momento uno piensa que nunca le va a pasar a uno, es la típica de mirar el noticiero en la tele, la ves de afuera aunque te duela. Me desayunó respecto del nivel de exposición constante de nuestras vidas por la avidez de ganancia caiga quien caiga. Pude ver las posturas, ver como protegían a Aníbal Ibarra, ver como estaban unidas la corrupción política y la empresarial. Y a la vez, me nació un compromiso más profundo, más real, menos lejano, menos ajeno, cada cosa que pasa, también me pasa a mí.

-¿Te preguntaste por qué sobreviste?

-Miles de veces. Y no se bien, creo que por la fuerza de querer vivir.

-Hubo un momento en que te habías entregado…

-Si, fue un momento. Pero hay cosas extrañas, energía que no puede explicarse, solidaridad que te llega de la gente que te ama, que por ahí no estaban ahí conmigo, pero estaban pensando en mí, de algún modo esa fuerza llega. Uno no las ve, pero están. Y en esos momentos los pensás, los sentís. Son situaciones que vos crees que vas a actuar de un modo, pero te sale otro. Yo nunca pensé que iba a actuar como lo hice. Sentí la solidaridad del pibe que nunca veré, de pibes que estaban adentro que entraban y salían sacando a otros, una vez, otra vez, otra, hasta que alguno no salió más, todo por un impulso de solidaridad. Eso creo que me hizo vivir.

-¿Conocés el estado de la mayoría de los sobrevivientes?

-El estado es diverso, hay de todo. Están los que tomamos real conciencia y estamos muy comprometidos en la movida. Están los que nunca pudieron procesar el hecho. Hay chicos que siguen en tratamiento. Tengo muchos amigos que estuvieron y nunca fueron a un tratamiento. Hay consecuencias físicas en muchos. Y hay un montón de anónimos, que ni le dijeron a sus familias y tal vez ni a se lo dicen a sí mismos. Otros no pueden hablar del tema. Y esa es otra deuda pendiente.

-¿A quienes responsabilizás de lo ocurrido?

-A Levy, el dueño del local, a Chabán que lo usufructuaba y hacía cuanto quería. La Sociedad Lagarto que también era dueña del local. A Ibarra y a todos los funcionarios que estaban a cargo de las habilitaciones y de las verificaciones. Argañaraz, maño derecha de Chabán. La policía que aceptaba coimas y no eran tres nada más, eso es una hipocresía. Callejeros, si bien todos los de la banda no tienen el mismo grado de responsabilidad, todos tienen alguno. Al Estado, que no estuvo a la altura de semejante desastre: bomberos, Same. Si no hubiese sido por algunos pibes y vecinos, hubiese muerto mucho más gente, las deficiencias de los hospitales públicos. Sucede que hay una dinámica capitalista que mata y después trabaja para la impunidad. Es atroz esa complicidad. Y paralelamente al juicio más conocido, hay otros juicios pero igual no se abarcan todos los niveles de responsabilidad. Nosotros vimos que destituyeron a Ibarra y ahora es funcionario de nuevo, sigue en el poder. Hay un nivel de impunidad que da asco.

-Vos incluís a Callejeros dentro de los responsables y algunos padres y sobrevivientes no lo hacen, ¿Cuál es tu argumentación?

-Sí, es muy polémico el tema. De hecho yo lo discuto con mis amigos, a todos nos gustaba Callejeros. Lo pensé mucho. Antes no afirmaba lo mismo, fue parte del proceso que te contaba. Para mi tiene una gran responsabilidad. Si yo tengo una banda y voy a tocar a un lugar, soy responsable por las condiciones que yo le ofrezco a mi gente. Ellos habían hecho un Excursionistas, anterior a Cromañón, y fue muchísima gente, muchas bengalas. Después de eso, hacer Cromañón es una inconsciencia porque se sabía que iban a llevar una bocha de gente. Pero lo hicieron porque Chabán les pidió cerrar el año así. No solo eso, sino que la seguridad estaba a cargo de Callejeros, eran parte del control de las entradas. Ellos hacían pasar bengalas, porque entraban sus dos barras gratis, y a ellos no los iban a revisar. Y es una responsabilidad compartida con los dueños del boliche: La policía encontró, el 1 de enero, en la casa de Argañaraz –mano derecha de Chabán- una bolsa llena de pirotecnia, bengalas y tres tiros. Y el dijo que era por fin de año. ¿Quién puede creerle? Se sabía que había problemas entre las dos barras que hacen el aguante de Callejeros: Fondo no Fisura y La Familia Piojosa. Esto pasa en todas las bandas, no solo en Callejeros. Y cuanto más fiesta hacías, cuanto más bengalas tirabas era como que tu banda tenía más renombre.

-Están quienes opinan, sin quitar la responsabilidad penal de nadie, que existe en parte de la sociedad una cultura que deprecia la vida, que se expresa, por caso, en las canchas, recitales y otros ámbitos…

-Si, hay una violencia instalada y fomentada por los medios que es innegable. Vos prendés la tele y ves: un menor mata a tal, otro asesina a tal. Yo soy futbolera, y veo que para los medios es más importante la patada que el gol. Así, se enfoca la violencia de un modo superficial, sin analizar causas, orígenes, que termina fomentando lo que parece denunciar. Y en una sociedad como la nuestra, donde el hecho violento por excelencia es que algunos tienen mucho y muchos no tienen nada, partiendo de esta sociedad sobre bases injustas y violentas es seguro que se van a generar más violencias, algunas irracionales.


-Después de Cromañón, ¿seguiste yendo a recitales?

-Sí. Durante dos meses no pude, pero apenas me rehabilité lo que hice fue ir a un recital.

-¿Se volvieron a tirar bengalas?

-En algunos si, cuando fui a ver al Indio Solari, en la cancha de fútbol cuando voy a ver a San Lorenzo. También en La Renga y en Las Pelotas, pero ellos pararon el recital, lo cual me pareció muy buena actitud.

-¿En qué consistió tu rehabilitación?

- En aprender a respirar de nuevo. En volver a recuperar la capacidad pulmonar, aflojar toda la mierda que se había quedado pegada en los pulmones, que es como un alquitrán, kinesiología para ayudar a largar. Cosas así.

-¿Qué huellas te dejó?

- Huellas en el alma: fantasmas, miedos, cada vez que se toca el tema –el mismo que tocó Callejeros cuando empezó el desastre-, no solo no lo puedo escuchar sino que siento que algo se rompe adentro, se me vienen todas las sensaciones. A veces siento que nadie va a entender de qué se trata y de que en un punto estás solo. Yo recibo solidaridad y esa energía de la que te hablaba, pero en ocasiones siento una soledad y un abandono terribles. Y después: tics, claustrofobias, no puedo ir en esos ascensores nuevos, la sensación de que se te tiran todos encima me asfixia, cuando voy a un lugar miro todo el tiempo dónde está la salida, los matafuegos, los carteles de emergencia, para ver como salgo, no lo pienso, me sale así.

-¿Tenés esperanza de que se haga justicia?

-Las esperanzas no se pierden. Pero a mi no me alcanza este juicio. No creo que se alcancen las condenas que merecen todos los que las merecen. Ibarra y Levy ni están citados a declarar ni imputados. Esa impunidad te da furia. Ya van 204 vidas y no les va ser fácil que se olvidemos aunque lo intenten.

-¿Te referís a quienes pretenden desinstalar el tema?

-Hay gente que dice fue mala leche, fue un accidente, no podía haber sido otra cosa. No fue ningún accidente. ¡Las bolas, fue un accidente! Esto era algo que estaba cantado que iba a pasar. Se lo habían dicho a Ibarra antes y él hizo oídos sordos, hubo 15 alertas por escrito y desmanteló a los inspectores, y fue parte de la corruptela. Y parte de la sociedad lo acepta, lo vota, sus amigos políticos hacen alianzas y lo blanquean y así estamos.

-¿Buscaste, encontraste, existe un "para qué" sobrevivir?

-Si yo creo que existe.

-Vos, ¿para qué sobreviviste?

-Sobreviví para ser parte de los van buscar justicia siempre. Para luchar por que se tome conciencia de que Cromañón es algo que le puede pasar a cualquiera. Y para que se tome conciencia de que así como vivimos hoy, sino cambiamos cuestiones esenciales vamos favorecer a que haya otro Cromañón para que algunos hijos de puta tengan más grande su cuenta en Suiza.

Ser sobreviviente es asumir esa responsabilidad, y no se trata solo de los boliches. En mi facultad se cayó una viga no mató a nadie de casualidad. En Marcelo T. (otra facultad) se cortó la luz y había gente discapacitada bajando desde un cuarto piso por escalera. Todo el tiempo en todo el país, las cosas funcionan así y la sociedad tiene que asumirlo y cambiarlo. O acaso, ¿merecemos tanta mierda y tanto dolor?

La web de las victimas de Cromagnon, ¡Que no se repita! www.quenoserepita.com.ar

Por: Oscar Castelnovo
Agencia Rodolfo Walsh

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